La temporada de pesca en el verano del 2007 de P. del Este fue bastante mala. A diferencia de otros años, que en los diferentes pesqueros se podían obtener una variada cantidad de especies como Pargos blancos, pescadillas, mingos y buenas corvinas, este verano fue lamentable.
Solo se obtuvieron pescadillas de menos de 20 cm. y roncaderas, es decir, lo que podía escaparse de las redes de los barcos de arrastre. Igualmente, la calidad del agua oceánica, el paisaje de Isla de Gorriti, Punta Ballena y la belleza de las costas puntesteñas, no empañaron una salida a navegar.
El tema principal que apunta esta nota es la presencia de dos elementos sumamente particulares y pintorescos: Julio alias “el chanquete”, y su amigo “ el Pelucón”. Julio es un veterano pescador de la zona que diariamente tiene su “oficina” de limpieza de pescado en la explanada del Puerto de Punta del Este donde se bajan las lanchas chicas y de mediano tamaño.
Diariamente espera la llegada de los pescadores deportivos los cuales les dejan el fruto de la pesca para que se los limpie a gusto del consumidor: “para el horno”, filetes, para la parrilla etc.; mientras los tractores de hidrografía suben las lanchas, se ubican en los respectivos lugares de la explanada, y otras son llevadas hasta los portones de acceso para ser retiradas de puerto. Un servicio excelente y muy útil ya que uno regresa a su casa o apartamento con el pescado pronto evitando la sucia tarea de limpiar el pescado en casa y la posible “trompa” de la patrona.
El otro elemento a que hacía referencia anteriormente es el “pelucón”, un inmenso lobo de mar, amigo íntimo de Chanquete, que diariamente comparten largas horas del día. El “pelucón” ha optado, muy inteligentemente, comer los restos de pescado producto de la limpieza del su amigo chanquete, en vez de salir a pescar para obtener su alimento. Ambos han establecido una relación increíble que deja atónitos a toda persona que los observa. Chanquete le habla constantemente y el viejo lobo le contesta con sonidos que quién sabe lo que quieren decir. Entre lancha y lancha, mientras no hay pescados para limpiar, “el pelucón” se acuesta a los pies de su amigo para hacer una siesta reparadora.
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